Madre Tierra lleva adelante desde mediados de 2019 talleres de Mujeres Constructoras en los barrios del Conurbano bonaerense.
Se trata de una propuesta dirigida a empoderar a las vecinas en un territorio y un oficio tradicionalmente privativo de los hombres.
NOSOTRAS TAMBIÉN PODEMOS HACERLO
Mariana Canicoba es vecina del Barrio 6 de Enero, en Cuartel V, Moreno. Tiene 44 años, está separada y es madre de 5 hijos.
Ella es símbolo de las Mujeres Constructoras en el territorio: fue una de las primeras mujeres del Barrio que se puso al hombro la iniciativa y la motorizó para que otras vecinas se animaran al desafío y se sumaran también a los talleres de construcción.
En los cursos prácticos de Mujeres Constructoras, Mariana aprendió a levantar paredes, hacer encadenados y encofrados. Aún le brillan los ojos al recordar la alegría de poder terminar su casa o ayudar a construir la de una vecina, sin ayuda de hombres: «Aprendimos que podíamos hacerlo, que no era imposible».
«Quería aprender de construcción porque las mujeres ponemos el cuerpo en el barrio, conseguimos los materiales y gestionamos créditos pero a la hora de construir la casas no tenemos el conocimiento ni la experiencia y los hombres son reticentes a hacernos parte de la construcción de nuestras propias casas», cuenta Mariana.
PROMOTORAS Y PRODUCTORAS DE HÁBITAT
Sandra Ferreyra, trabajadora social y actual presidenta de Madre Tierra, destaca que “las mujeres en los barrios son promotoras y productoras de hábitat».
«Las mujeres se ponen al hombro el desarrollo del barrio, luchan por el agua potable, el acceso a la salud, arman grupos que luchan por la escuela pública en el barrio o porque pase el transporte por el barrio», manifiesta.
Sandra pone en contexto la propuesta de Mujeres Constructoras: «Trabajamos con proyectos por mejorar un hábitat que es hostil y violento para las mujeres; la falta de luminarias, de calles adecuadas y medios de transporte es violencia, más para las mujeres pobres que deben llevar a los chicos a la escuela o sacar un turno en el hospital a las 4 de la mañana y el colectivo no pasa».
Ante este panorama y pensando en las necesidades de las vecinas, “trabajamos proyectos que mejoren la vida de las mujeres, con microcréditos para que ellas mejoren sus casas y talleres de capacitación para que puedan mejorar su autoestima, así como los talleres de Mujeres Constructoras», subraya Sandra.
CAPACITARSE, CON MANOS A LA OBRA Y EN EL TERRITORIO
Antes de la pandemia, el taller Mujeres Constructoras se dictaba, de manera semanal, en grupos de entre 10 y 15 mujeres que habitan distintos barrios de Morón y Moreno, en la zona oeste del Conurbano bonaerense.
«Se las capacita en técnicas básicas de la construcción para que ellas mismas puedan llevar adelante la construcción y también para que puedan pensar y decidir qué casa quieren habitar», resalta Liliana Hernandez Rojas, arquitecta de Madre Tierra.
Mariana Canicoba, una de las primeras alumnas del taller de Mujeres Constructoras y enseguida una de sus más entusiastas impulsoras, repasa: «Una vez por semana venía Carolina Lazzarini (también arquitecta de Madre Tierra) a enseñarnos encadenado, encofrado. Aprendimos a armar los fierros para columnas y levantar paredes».
En el taller de Cuartel V se sumó una maestra mayor de obras para acompañar el aprendizaje, con manos a la obra en la construcción.
«Aprendíamos y practicábamos en nuestras propias casas, haciendo a una vecina el encadenado, a otra un revoque, levantando una pared en la casa de otra», detalla Mariana. Y cuenta: «Nosotras decíamos: ´El encadenado es algo que nunca vamos a poder hacer, es muy difícil´», en alusión a la viga de hierro y cemento.
Pero se llevaron una sorpresa. «Cuando lográbamos completar un encadenado, era una re fiesta, parecía algo inalcanzable y podíamos hacerlo. Aprendimos que podíamos hacerlo, que no era imposible», destaca.
«Luego, nos animamos a hacer cosas solas, ya por fuera del taller, y los compañeros nos empezaron a mirar de otra manera. Hubo un cambio de actitud y en nosotras también: al ver que podíamos hacerlo te sentís de otra manera», comenta Mariana.
Para ella, «fue bueno sentir que ya no hay algo imposible, que, a nuestro tiempo, todo se puede hacer».
«Incluso el argumento de la fuerza física es hasta ahí nomás: lo que no puede mover una sola, por ejemplo una bolsa de cemento, la podemos mover entre dos», concluye Mariana.
Para la pos-pandemia, las Mujeres Constructoras ya vienen preparando el terreno en aras de seguir avanzando hacia un hábitat justo.
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